sábado, 30 de agosto de 2008

Carta abierta.

Esta noche (son las 11:49 pm) me he sorprendido a mi misma pensando mil cosas, procurando relajar mi cuerpo de cosas que lo tienen cansado por llevarlas a cuestas algunas desde hace mucho tiempo.
Hace poco un amistad me comentó que, efectivamente traigo mil asuntos a cuestas. Uno de ellos es mi abuelito, no o he llorado como quería, no me he deshecho de la carga emocional que para mí implica no haberle dicho adiós propiamente y no haberle dado más cariño en sus últimos momentos. Él tal vez quiso que supiera que me amaba, porque en sus últimos momentos lo sentí aquí cercar de mí; aún no sé qué cosa es exactamente lo que me hace falta darle, decirle, contarle o preguntarle; lo que sé es que tengo algo pendiente ahí y aunque sé que él está bien, no puedo dejar de extrañarlo. Lo extraño mucho y quizá extrañarlo demasiado me tiene abrumada y a él no lo deja descansar, porque se da cuenta que no lo he superado y lo recuerdo y lo amo y lo extraño enormemente.
Mil disculpas por contarte esto, pero eres de las pocas personas a las que les puedo platicar mis broncas.
También tuve la imperiosa necesidad de llamarte, sí a ti por encima de todas las personas a quienes podría llamar. Pero como no sabía por dónde andas o si estás descansando; mejor decidí escribirte. Me expreso mejor por escrito.
Mi intención de llamarte nace de mi intención de saber qué cosas siento... poner los puntos descansando sobre las íes de mi vida.
Estoy tan cansada de ser 100% emocionalmente autosuficiente y excesivamente soñadora. Mil veces me he hecho castillos en el aire trazando caminos que no me llevan más que a darme de topes con una pared marcada con las huellas de mis mismos tropiezos y mil veces he caído junto a esa pared a llorar mi estupidez. Pero no había aprendido y seguí dando tumbos ante la misma pared, hasta que me convencí de que lo mejor sería usarla en mi beneficio y en lugar de empeñarme en pasarla la derribé, usando entonces sus restos para construir un muro a mi alrededor, creándome una fortaleza en la que nadie puede penetrar sin pasar duras pruebas y el cual ya ni yo misma conozco los secretos para llegar a la salvedad de mi interior.
Me molesta un poco que sea a ti a quien me nazca escribir todo esto, pero en parte gracias a ti soy la que soy ahora. Y quiero compartir contigo el dolor que siento por vivir sin amor, pero no como una manera de castigo... créeme cuando te digo que esa no es mi intención.
Más bien es mi manera de pedir disculpas por esperar de ti algo que jamás has sentido y que en mi absoluta inmadurez creí haber visto. Toma en serio mis palabras cuando te digo, en esta loca carrera que emprendieron mis dedos en el teclado; que no tienes idea de lo que por tí y para tí yo habría sido, pero entiendo que las novelas rosas y la película donde la chica buena se queda con el amor de su vida no son más que mera ficción.
En la vida real se ama y se sufre y se debe aprender a vivir con dolor. Se aprende a vivir con él y por encima de él hasta que llega el momento en que anestesia el alma y ésta ya no puede sentir nada más... nada más.
Y ahora, que me veo con treinta y algo de años, me siento mil por ciento sola y emocionalmente inválida.
Maldita sea! si soy una gran mujer, ¿porqué no hay un hombre que pueda, quiera y desee amarme? Esa es la pregunta del millón.
Complejos? tal vez sea esa una parte de la respuesta. Hoy por hoy me doy cuenta que no me abro fácilmente ante nuevas perspectivas, ante nuevas relaciones, sean de la índole que sean.
Pero en mi afán de encontrarme, en esta frenética búsqueda que he emprendido para encontrarme a mí misma, he encontrado que debo dejar ir mil cosas que llevo a cuestas. Que debo dejar de cargar con mi casa como un miserable caracol que no tiene más remedio que llevar el equipaje encima por no tener manera de protegerse del mundo exterior más que llevando la armadura dondequiera que va.
Hoy tengo fe, que me amará alquien hoy o mañana; tal vez en un mes o más.
Sé de cierto que conquistaré lo que me empeñe en conseguir si lo visualizo en mí y con absoluta fe.
Triunfaré.
Y me verás triunfante como blandiendo una medalla olímpica.
Y te sentirás feliz por mí. Y te percatarás entonces que siempre me vas a tener junto a ti. Porque sé ser tu amiga y deseo que también tú seas feliz.

1 comentario:

Brizio Martinez dijo...

Leerte me hace pensar...mira que ya es bastante para mi ...sabes? la vida nos tiene reservadas muchas sorpresas , alguna malas algunas buenas, pero esto es lo que nos permte estar vivos, nos permite tener distintas emociones, es el hecho de no saber que me sucedera hoy o mañana es desconocer el futuro eso es lo magico de la vida, eso permite que seamos soñadores, creer que mañana sera diferente o que sucedera lo que tanto he esperado,vive la vida pensando que no hay final de tu cuento escrito todavia y que a cada momento tu puedes ir eligiendo el final que te haga mas feliz...sonrie ...respira el exito esta en el aire.