
Dame de beber de tus manos, embriágame de tus besos,
que me muero por quedarme extasiada entre tus dedos.
No soy un débil cristal que pueda romperse en mil pedazos.
Soy más que una frágil flor de papel que le tema al agua y el viento. Soy más que un débil murmullo desvanecido en el aire.
Soy más que la caricia ligera del mar en la planta de los pies.
Tengo más fuerza que la tempestad, los huracanes, los terremotos y la luz cegadora de un relámpago.
