sábado, 8 de septiembre de 2007

Chicos de plástico.



"Con un saco de Versace
Y un Cartier en la muñeca
Con un Mercedes del año
Regalos de papi y mami"

.Ricardo Arjona.

Hace un mes aproximadamente, fui al cine con una amiga; qué película vimos es lo de menos. Lo que deseo comentar son las cosas que observamos ahí.

Estábamos sentadas esperando el momento para entrar a nuestra sala y junto a nosotros un muchacho de nomás de 18 años, al parecer se sintió mal, porque se quejaba y hasta cayó al suelo por el dolor. No estaba solo, iba con otro chico de la misma edad; pero ambos traían teléfono celular (cuyo valor al mercado supera fácilmente los $5,000), un nextel y alrededor de mil pesos en la cartera (esto lo sé porque estaban junto a mi en la caja de las crepas y resultaba imposible no darse cuenta de que el niño llevaba mucho dinero ya que no tuvo cuidado al extraer el efectivo para pagar sus golosinas.

Al ver a su amigo en el suelo, una señora lo intentó auxiliar y el amiguito llamó a alguien usando su nextel. En poco rato, llegó un muchacho un poco mayor, al parecer su hermano, hizo alguna cara de disgusto a la señora que auxiliaba al chico y a los supervisores del cine, que ya se habían acercado a ver que pasaba. Él también tenía pinta de traer gruesa la cartera.

Se pusieron a argumentar con los supervisores, llegaron dos elementos de seguridad y definitivamente no pudieron disimular su cara de absoluto desagrado ante la presencia de los vigilantes. Supongo que pensaron que eran personas “que no estaban a su altura”. Pasó todo, acabó en que el chamaco no tenía nada o se hizo el que no había pasado nada y se fueron; no sin antes haber llegado el papá de ambos y con toda la desfachatez del mundo, ofrecer dinero a la señora que auxilió a su hijo y a los vigilantes. Ellos no lo aceptaron.




"Chicos de plastico, chicos de plastico
Cada oveja busca su pareja
Y se construyen su propia reja
Chicos de plastico, chicos de plastico
Su amargura la pintan de alegria
Y viven una pesadilla"...


¿Qué es lo que este señor ha enseñado a sus hijos? ¿Acaso el estado de desahogo económico en el que, obviamente viven, les hace intentar comprar todo; incluso la decencia e integridad de las demás personas? Yo jamás había visto un caso en el que alguien quisiera pagar con dinero la amabilidad de alguien. Y me provocó repulsión. Me dio asco ver cómo ese señor vestido con ropa de marca, tres celulares al cinto y ostentando la llave de un vehículo que probablemente le habrá costado 500 mil pesos aproximadamente; le enseñó a sus hijos de primera mano, que TODO pueden pagarlo con dinero.

Gracias a Dios que se toparon con gente honesta y desinteresada que, por muy necesitados que pudieron estar, rechazaron un dinero que no les correspondía. Sí, es bueno saber que aún queda gente decente en el mundo.

Ese mismo día me puse a pensar. Si eso es lo que ven algunos jóvenes en su entorno familiar, entonces ¿qué podemos esperar de ellos en el futuro? Si al ver que en sus hogares no hay cariño tal vez, sino únicamente dinero y nada de valores, principios, amor, apoyo; pues lo más lógico es que la juventud intente cubrir sus necesidades de cariño con lo más cercano a ellos: el dinero. Más aún si son los propios padres los que tratan de cubrir su ausencia física, moral y emocional con objetos de moda, artículos con la más alta tecnología (así como el mayor precio en el mercado) y una cartera llena de billetes para comprar lo que les plazca.

¿Es así como nace un “chic@ fresa? ¿Dónde se termina el círculo vicioso? Porque quienes aprenden eso desde que son pequeños, es difícil que modifiquen sus costumbres, por lo tanto enseñarán a sus hijos los mismos métodos paliativos para la falta de atención: cómprales lo que quieren y serán felices.

Nada más alejado de la realidad.

Algunas veces se piensa que el bienestar económico o un cierto estatus social es suficiente para ser felices. Los adolescentes principal y específicamente aquellos que se encuentran más expuestos a la superficialidad y son quienes, con seguridad, serán afectados por ello si no se les proporciona la guía adecuada en su proceso de desarrollo mental.

Cuidado, que entre la seda
también cabe un papanatas.
Cuidado, que el caviar...
también le gusta a las ratas"


Conozco a un joven que por fin terminó su carrera profesional, después de más de seis años y haber pasado por tres escuelas diferentes. A él, su papá le enseñó que todo se medía por el grosor de su cartera y que las personas valen no por lo que son, sino por lo que tienen y cuántos autos poseen. Desafortunadamente, al ser su padre un médico muy ocupado, nunca se permitió preguntarle si se sentía bien, no se preocupó por saber cuánto había afectado a un chico de 13 años la muerte de su madre y tampoco le pidió su opinión al volverse a casar. Todo ello orilló a su hijo a refugiarse en la seguridad de la superficialidad, las parrandas, el alcohol y la prepotencia. Y cuando el padre quiso recuperar las riendas de su potrillo desbocado, resultó que no pudo y así se quedó, como un caballo salvaje al que las riendas y el control del látigo no afectan en lo más mínimo.

"Chicos de plastico
Entre esos trajes de lujo
Y ese tan extraño hablado
Con ese gran influjo
Que el norte les ha heredado"


Es por eso que cada día me despierto y doy gracias a Dios por haberme dado el cobijo de unos padres amorosos, preocupados por sus hijas y que nos llaman la atención cuando nos equivocamos aún cuando ya seamos adultas.

Piensa, ¿qué le estás enseñando a tus hijos?

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